jueves, mayo 19, 2005

 

Opinión

Cuando uno opina sobre algo siente un regocijo que no se frena fácilmente. Uno se explaya y opina con vehemencia porque eso se ha propuesto. Es lindo opinar. Se puede opinar de esto y aquello y uno se suelta y habla o escribe en un lapso de libertad en estado puro y cierra su opinión satisfecho con uno mismo.
Pero las opiniones que se publican deben ser medidas y respetuosas del público. El que opina debe estar dispuesto a exponerse a críticas y desacuerdos. Esa es la regla principal. Lamentablemente en los medios masivos muchas personalidades opinan y después no toleran que se descalifique su opinión o no se hacen cargo de las ofensas que sus opiniones pueden haber generado. Opinión es una palabra poderosa con muchas letras que se repiten dentro de la palabra de la misma manera que muchas opiniones se repiten en ciertos ámbitos de comunicación. Creo que debemos rescatar las opiniones objetivas, constructivas, que no solo critiquen sino también propongan soluciones o alivios. Descartemos las opiniones destructivas y agraviantes y sancionemos con nuestra indiferencia a los opinadores vacíos que opinan sin convicciones ni valores…

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